El maremagnum de grupos, colectivos, sindicatos y organizaciones anarquistas (o que comparten métodos o finalidades con el anarquismo) ha sido incapaz en los últimos años de sentar unas bases comunes que marquen su actividad conjunta. Como resultado de esta carencia, no resulta raro el espectáculo de grupos pretendidamente afines que defienden públicamente posiciones contrarias, bien a nivel de objetivos o bien a nivel de estrategias. Incluso existen grupos objetivamente cercanos que pasan a considerarse enfrentados por diferencias de una importancia bastante relativa. No son despreciables las rupturas y otros problemas derivados de toda esta oposición.
Sin querer acabar con la heterogeneidad del movimiento, sí que considero esencial empezar a expresarnos públicamente de manera colectiva, en base a un programa de mínimos concreto y asumible por todos, que hable de qué sociedad aspiramos a construir los libertarios y cómo vamos a avanzar hacia ella en el corto plazo. Para alcanzar dicho consenso resulta fundamental llevar los debates y la diversidad de propuestas al seno del movimiento, de manera que de las conclusiones de esos debates salgan unas nociones comunes para expresarnos políticamente. ¿Qué pasos vamos a dar en los próximos meses y años los anarquistas? ¿Qué estrategias vamos a seguir? Es necesario un proceso que eleve estas preguntas desde la asamblea del colectivo en la que participamos a un nivel superior, el del movimiento en el que esa asamblea se enmarca. A ese nivel nunca hay debate, porque apenas existen espacios para desarrollarlo.
Este mismo sitio web, Regeneración, ha sido un modesto intento de conseguir un espacio para el debate razonado entre libertarios de tendencias diversas. Aunque nace lastrado por la dificultad de expresar conclusiones en el medio virtual, lo cierto es que algunos de los debates que se han abierto resultan necesarios y están todavía sobre la mesa. Solo se echa en falta que más tendencias dentro de lo libertario se animen a expresar sus posiciones. Por supuesto existen otros espacios, cada uno con sus particularidades: El foro alasbarricadas.org, la revista Estudios…
Otra problemática que se repite en los pocos debates que tienen lugar dentro del movimiento es la posición de trincheras, la incapacidad de aceptar los argumentos contrarios. También una tendencia a reproducir los enfrentamientos personales en enfrentamientos políticos sinsentido. Una serie de prácticas que pesan como una losa a la hora de tratar de avanzar. Eso solo puede solucionarse con la apuesta firme de todos los implicados en este tipo de miserias por acabar con ellas, demostrando una altura de miras suficiente que ponga el interés general por encima de las aspiraciones particulares.
Finalmente, el desarrollo de un movimiento necesita de unos actores que no aparezcan súbitamente, ardan durante un par de años como máximo y desaparezcan repentinamente sin dejar apenas rastro (bien por cansancio, por un cambio en las condiciones vitales de sus miembros o por la incapacidad de asumir el golpe represivo derivado de su actuación). La dinámica de los grupos efímeros es incompatible con la construcción de unas líneas comunes de actuación. Estos grupos pueden tener su papel, pero en ningún caso pueden sustituir la necesidad de organizaciones que trabajen de manera continuada en temáticas diversas, de manera que acumulen experiencia, contactos, etc. Precisamente por su capacidad de mantenerse en el tiempo estas organizaciones podrán constituir las bases de un proyecto colectivo que no desaparezca a las primeras de cambio y tenga que reinventarse reiteradamente.
Una propuesta práctica para iniciar el trabajo en común
Para el avance cualitativo de nuestras prácticas resulta esencial un proceso amplio de debate, que ponga sobre la mesa los objetivos a corto plazo, las lineas estratégicas sobre las que trabajar y las formas de organización desde las que realizar dicho trabajo. Dicho debate debe partir de diversos análisis sobre la realidad presente y concretarse finalmente en unas conclusiones que definan el proyecto político de los anarquistas. Análisis que, al estilo de las diferentes comisiones existentes en algunas asambleas del 15M, pueden centrarse en temáticas concretas: Laboral, Barrio, Juventud, Economía…
Asímismo deben surgir espacios donde compartir los distintos análisis y confrontarlos unos con otros. Espacios desde donde extraer unas conclusiones compartidas que marquen nuestra actividad futura. En todo este proceso deberán participar todos los grupos libertarios que, en un sentido amplio, aspiran a un cambio social que parta de la sociedad misma (o de una gran parte de esta).
Sobra decir que todo este trabajo está por hacer. En general, nuestros análisis son escasos, anticuados o simplistas. El análisis del capitalismo o del Estado que hacen muchos autores clásicos no se adapta al contexto presente, por mucho que nos empeñemos en adecuar el presente con calzador a nuestros esquemas. Nuestros panfletos son una serie de lugares comunes repetidos decenas de veces, verdades autoasumidas que rara vez ayudan a clarificar posiciones o a saber qué tenemos que hacer. Desde esta incapacidad para analizar la realidad presente es imposible influir positivamente en la sociedad. De ahí también que en ocasiones acabemos haciéndole el juego a la derecha o a la socialdemocracia, incapaces de presentarnos como una fuerza en sí misma.
También, como ya hemos indicado, están por definir los tiempos y los espacios en los que dichos debates podrían tener lugar. Los medios de contrainformación (virtuales o en papel) son una buena herramienta para comenzar, pero en ningún caso son suficiente. Es necesario desarrollar encuentros presenciales a nivel local y regional, con unas líneas de debate y unos textos conocidos de antemano, con un funcionamiento acordado por los grupos participantes. Encuentros que se desarrollen con la voluntad de llegar a acuerdos que sean de algún modo vinculantes para las organizaciones.
Por último, resulta necesario ser capaces de trasladar estas conclusiones a la sociedad. Exteriorizar qué es a lo que aspiramos, por qué, cuáles son nuestras propuestas de futuro a corto y medio plazo, nuestras estrategias… Solo de ese modo podremos ir más allá de la difusión ideologizada y empezar a enganchar con las prácticas de los movimientos sociales. Volviendo a ser un actor político relevante con ideas y propuestas para mejorar las cosas desde hoy mismo. Para que este proceso de ruptura con el gueto pueda tener lugar resulta esencial participar en los movimientos sociales, desde un propuesta específicamente libertaria pero sin pretender forzar sus tiempos y dinámicas. Tenemos que ser capaces de potenciar las propuestas más avanzadas del movimiento sin aspirar a dirigirlo o ejercer de vanguardia. Defender nuestras posiciones y no quemarnos si no son aceptadas. Comprometernos a trabajar y no poner trabas si las decisiones no son las que desearíamos. Ser críticos sin ser destructivos.
¿Por dónde empezamos?
Esta quizá sea la pregunta clave. Son muchas cosas por hacer y la mayoría no sabemos ni por dónde empezar. Lejos de tratarse solo de construir, los problemas enquistados dentro del movimiento muchas veces tiran abajo cualquier intento antes incluso de echar a andar.
A nivel individual, es fundamental repensar qué dinámicas negativas estamos reproduciendo: enfrentamientos personales, actitudes intransigentes, falta de compromiso y de humildad… Son problemas que no tienen otra solución que volverlos conscientes en uno mismo y comprometerse a cambiarlos, empezando a participar de una manera más constructiva, abierta y honesta.
También resulta necesario acabar con los chiringuitos, tan comunes en la izquierda, montados ante todo para reafirmarnos a nosotros mismos. Tenemos la tendencia a movernos en los espacios donde tenemos cierto reconocimiento y nos sentimos cómodos. En el momento en el que esos espacios se abren y entra gente nueva, surgen problemas debido a que esa renovación pone en cuestión nuestro antiguo estatus dentro del grupo. Esto da lugar a escisiones que, justificadas de las formas más rocambolescas, no son más que chiringuitos montados únicamente por cuestiones personales y no por diferencias políticas de calado.
Por cuestiones similares, tendemos a crear nuevos grupos antes de participar en los ya existentes. La mayoría de grupos desaparece, más que por una decisión consciente, por una falta de relevo. Es hasta cierto punto comprensible que conforme cambia la situación vital de los militantes de un proyecto, estos se vean obligados a abandonarlo o minimizar las responsabilidades que pueden asumir respecto al colectivo. Es necesario que los grupos gestionen este relevo, pero también que las personas que puedan dárselo se comprometan con los proyectos ya existentes más que comenzar desde cero y duplicar trabajo. Para ello también es necesario, por parte de los antiguos miembros, saber llegar a acuerdos respecto a los cambios en las lineas generales del colectivo ante la entrada de nuevos miembros y, por parte de quien entra a participar, respetar las decisiones y el trabajo acumulado durante la existencia del grupo.
A nivel colectivo, debemos asumir una visión de conjunto e ir más allá del trabajo de nuestra propia asamblea. Empezar a desarrollar análisis en el terreno en que nos movemos y compartirlos con el resto de grupos. Empezar a organizar espacios de debate con colectivos cercanos (ya sea geográficamente o de temáticas tratadas) para construir redes de apoyo y de debate. Utilizar los medios que ya existen para presentar estos análisis y para confrontarlos con los de otras organizaciones afines, de manera que se genere un proceso de debate con perspectivas de cierta confluencia, con el objetivo de desarrollar las líneas de un programa común de los libertarios.
Si sabemos hacerlo, puede que recuperemos el anarquismo como movimiento con capacidad de influenciar la realidad social y alterar el futuro. En definitiva, está en nuestras manos abandonar la marginalidad y reconstruirnos como movimiento revolucionario.