He de decir que tenía esperanzas en esta manifestación tras ver todo el revuelo que causó la cifra de 1500 antidisturbios en algunas redes sociales pero ahora mismo, a las 22:31 puedo decir que estoy decepcionada de cómo se están haciendo las cosas. Déjenme explicarme. Llegué a Neptuno dos horas antes, para ir viendo cómo se desarrollaban los hechos. Al ir bajando las calles me encuentro antidisturbios por todas partes, los cuales iban cerrando todas las calles que pudieran dirigir a Neptuno. Minutos antes de las siete había más prensa que personas manifestándose, cosa que en mi pequeña experiencia nunca lo había visto. Los minutos pasan y poco a poco la gente va llegando de todas partes, especialmente de Atocha donde la gente estaba siendo intimidada por las fuerzan del orden.
El clima que se respira no es nada activo, la gente está tranquila charlando los unos con los otros como si estuvieran en un bar de tapas. Nada pasa. Al tiempo aparece la gran “diva” de los movimientos sociales, sí lectores, Jill Love hace acto de presencia, mostrando de nuevo su busto desnudo repleto de pintadas y siendo el centro de atención por unos minutos de todos los objetivos que allí estábamos.
La gente pita, se calma, pita, se vuelve a calmar, parece que hay un amago de ataque pero nada, no hay nada. Me dirijo a la parte de atrás y veo algo comienza moverse ¡Al fin! La gente comienza a tomar las calles, con paso decidido nos vamos todos a Cibeles, adoptando poco a poco a aquellas personas que perplejas nos miraban. Es aquí cuando comienzan algunos enfrentamientos pero no es hasta que llegamos a Sol donde la masa se une con toda la gente que allí se encuentra, y allí, queridos lectores, la policía comienza a atacar causando que muchos cojan el metro para huir. La gente corre hasta llegar a Jacinto Benavente, lugar donde como en otras ocasiones comienzan a parar el tráfico, metiéndose entre los coches hasta que las lecheras nos cortan el paso, damos marcha atrás y en una de las calles un coche de policía se queda atascado, algunos van a por él, lo zarandean, saltan en su capó… La gente continúa corriendo hasta que llegamos a la plaza de Santa Ana. En este lugar la manifestación acaba, sí, así, en el momento más álgido los responsables del 25S (plataforma que convocaba esta manifestación) dan por finalizado el evento, contentos por el resultado y dando gracias a los asistentes. Las caras de todos nosotros eran un poema ¿En serio? ¿Ya se acabado? Como si fuera una discoteca donde se encienden las luces para echar a la gente, todas las personas van abandonando la plaza entre comentarios como “Bueno, ¿ahora nos vamos a tomar algo?” Indignada y cabreada de este final me quedo un poco en la plaza, donde el único movimiento que veo es de unos críos encapuchados que tiran contenedores y latas a la policía.
¿Qué está pasando en este país? ¿Cómo es posible tal cantidad de antidisturbios para un evento tan tranquilo? ¿Cómo la gente puede ir a una manifestación como si fuera el nuevo punto para tomar unas tapas? ¿Cómo puede la gente despreciar a quienes intentamos proteger los pocos derechos que nos quedan? Lo repito ¿Qué está pasando en este país?
Teresa Suárez