Algunas variantes ideológicas derivadas del anarquismo o consideradas parte del mismo mantienen estrechos vínculos con el tribalismo e, incluso, con el retorno a formas primitivas de convivencia y existencia. Para el anarquista, ¿es posible encontrar alguna suerte de inspiración en formas de vida arcaicas y tradicionales? Queriendo responder a esta cuestión nos aproximaremos a los pueblos pastún y checheno.
Aunque ambos pueblos sean hoy islámicos, para un anarquista resulta más interesante estudiar sus códigos durante la Yahiliya, esto es, el periodo de ignorancia con que los musulmanes consideran la tierra preislámica. Situando en el mapa a los pastún, la mayor concentración étnica se encuentra en los países hoy llamados Afganistán y Pakistán, así como en su frontera común septentrional y central. De origen iranio, el pasto, idioma pastún, es una de las señas de identidad que han sobrevivido a la islamización y la arabización de parte de Oriente Medio. Otro de los resquicios de la cultura ancestral que aún pervive y que es el objeto de estudio de este artículo es el pashtunwali, traducido al castellano habitualmente como código de honor, que más bien podría ser, simplemente, un sistema heredado de valores y comportamientos.
Es necesario, además, realizar una advertencia: el pashtunwali stricto sensu jamás podría ser un ejemplo a seguir por ningún anarquista dado su carácter conservador, obvio por otro lado dada la poca contaminación con la que ha sobrevivido al paso de los siglos. Sin embargo, sí que podemos extraer métodos y mecanismos de organización.
El primer aspecto a resaltar del código es la consideración del grupo por encima del individuo. Este sentimiento, a veces, se manifiesta contradictorio con la perspectiva libertaria, puesto que puede expresarse a través de un sentido del ridículo machista -penalizando la libre sexualidad femenina-, pero también comporta elementos positivos como la solidaridad y la hospitalidad por encima de cualquier autoridad impuesta, y un fuerte sentimiento de libertad –en parte, que haya sobrevivido hasta hoy pese a la islamización se debe a ello, a una necesidad de proteger la idiosincrasia-. Tanto es así que, a diferencia de otras tradiciones, el castigo puede ser perdonado simplemente con la petición expresa del condenado –nanawatay– y la condonación de una deuda por el mecanismo que ambas partes estimen oportuno, a través de la mediación del consejo o jirga. No se pretende desmerecer, de todas formas, el carácter vengativo del pashtunwali o las trivialidades que puede llegar a sancionar, sino exponer el alcance del sentido de grupo que experimentan las comunidades pastún. Por último, las jirgas son los órganos destinados al arbitraje, amén de poseer voz y voto en las disputas. Esta autoridad no hay que concebirla como un mero juzgado o una suerte de microestado dado que no es impuesta, sino concedida culturalmente a la población más longeva de la comunidad. Por ello, puede afirmarse que los pastún organizan su vida ajenos al control estatal y a la ley elaborada por la clase dominante.
En Chechenia acontece una circunstancia parecida, extensible a otros países de su entorno, sobre todo a repúblicas rusas del Cáucaso Norte como Daguestán o Ingusetia. El código de comportamiento en este caso es denominado djamaat adati, según algunos investigadores, o simplemente adati. A pesar de la juventud del islam checheno –hay quienes sitúan la islamización incluso en la primera mitad del siglo XVIII-, la reciente wahabización (1) sufrida por su pueblo tras ‘la primera guerra’ (1994-1996) ha destruido gran parte de su implantación, que congeniaba notablemente con la práctica sufí de las cofradías o vird. No obstante, los valores comunales son la raíz y esencia del adati, la ley consuetudinaria norcaucásica, así como la posibilidad de perdón y el consejo.
Debemos entender, por tanto, que es posible estudiar formas de vida pasadas y presentes con el objetivo de respaldar históricamente la futurible armonía anarquista, así como desatender aquellos aspectos nocivos tratando de aprehender los nutritivos.
Adrián Tarín
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(1) Para conocer con mayor detalle este proceso puede consultarse un artículo propio publicado en Observatorio de Eurasia.