Hay gente que piensa que ser materialista es ser un tipo simple que solo ve lo material o lo relaciona con el individualismo y lo superfluo. Es casi como sinónimo de consumista. No obstante, realmente no va en ese sentido. De hecho, ni siquiera le veo sentido a ese significado que le dan. ¿Por qué es superfluo lo material? ¿Acaso se es más profundo creer en espíritus, la suerte, el horóscopo o apreciar cosas aparentemente inmateriales como la literatura y el arte? Lo material, en el sentido de todo aquello que es tangible y cuantificable tal y lo conocemos actualmente, es base de toda la existencia, de todas las formas de vida y de todo aquello inorgánico presente en la naturaleza y en el Universo. Aunque, ¿es la energía materia? Allí no voy a entrar. Partiendo de la definición dicha anteriormente, y unido al materialismo histórico y dialéctico marxista, podemos afirmar que todas las creaciones humanas están condicionadas por las relaciones de producción y el régimen de propiedad sobre los medios de producción predominantes en una sociedad.
Y partiendo desde esa base, todas las formas de pensamiento, las costumbres culturales, las creaciones artísticas y literarias a lo largo de la historia… están condicionadas materialmente. No se puede concebir todo aquello sin tener en cuenta el factor de la infraestructura, es decir, las relaciones de producción. E incluso fuera de éste, los factores territoriales y geográficos también influyen sobre las costumbres de las sociedades y por ende, de las huellas que va dejando. El pensamiento es materia, la personalidad es materia, y la creatividad también, y todo ocurre en el mundo material, incluidas las ciencias formales. ¿Disfrutamos leyendo libros? ¿Escuchando música? ¿Contemplando cuadros? ¿Acaso estos ejemplos no son materiales, no solo por el medio físico sino también la información que procesamos y nos produce una serie de reacciones en nuestro cerebro?
Dejando a un lado el tema filosófico, soy materialista porque pienso que los problemas actuales y el capitalismo como sistema económico origen de estos problemas, no son productos de fuerzas sobrenaturales, ni de la existencia del bien y el mal, sino que tiene sus raíces u orígenes en la realidad material. De hecho, afirmaría que el capitalismo ha sido —y sigue siendo— fruto de la apropiación de los comunes donde podemos destacar el expolio de las tierras de las Américas, Asia y África, el saqueo de materias primas como el petróleo en Oriente Próximo o minerales en el Congo… y en los países capitalistas avanzados se traduciría en privatizaciones de los servicios públicos. Y no solo eso, este sistema necesita de un aparato político-ideológico como un Estado que mediante la ley y el monopolio de la violencia, defienda la propiedad sobre los medios de producción, y una ideología hegemónica con base en el individualismo y la competencia que justifique el statu quo.
Como hemos dicho, el capitalismo es producto de unas dinámicas que se han dado a lo largo de la historia y tiene su origen en la realidad material. Si esta realidad es dinámica, será susceptible de ser cambiada o subvertida. Los cambios que se produzcan en esta realidad depende de las relaciones de poder entre diversas fuerzas políticas y sociales que se disputan la hegemonía. Aquí es a donde quiero llegar, que por muy difícil que nos parezca actualmente un cambio en favor de nuestra clase (la trabajadora), no es imposible. El «no hay alternativa» se lo dejamos a los derroteros, pero tampoco podemos caer en falsas ilusiones ni en triunfalismos. A partir de ahora, son muchas otras preguntas que nos van surgiendo y la del millón es ¿cómo logramos este cambio o cómo lo impulsamos? Unos primeros pasos: un cambio de perspectivas y culturas militantes, unas cuantas dosis de realidad, la necesidad de trazar planes estratégicos y hojas de ruta a partir de los análisis que extraigamos de nuestro entorno, y consolidar una línea política socialista libertaria que dispute lo existente a través del poder popular.