Si pensamos en el reflejo en la práctica del anarquismo probablemente las primeras imágenes que nos vendrán a la cabeza serán la participación de las milicianas en el frente de la Guerra Civil, las colectivizaciones de tierras en Aragón, la actividad anticlerical y, más frecuentemente, los centros ociales ocupados y el activismo anticarcelario o antiespecista.
Sin embargo, no se tiene tan presente que el anarquismo es responsable de la primera difusión de medios anticonceptivos y contraceptivos en el estado español, medio siglo antes de la revolución sexual del mayo del 68 que llevó a la generalización de estas medidas en Occidente.
Así, a comienzos del siglo XX, figuras tan destacadas del anarquismo hispano como el teórico Anselmo Lorenzo, el pedagogo Ferrer i Guardia o Mateo Morral, conocido por intentar atentar contra la vida de Alfonso XIII, participaron en la difusión de los anticonceptivos y del neomaltusianismo.
Esta última teoría nace como una reformulación de la teoría de Malthus, un economista británico que defendía que, mientras el crecimiento económico seguía una progresión aritmética (x2, x3, x4,…) la población crecía a ritmo geométrico (x2, x4, x6,…) y, para paliar este desajuste, proponía el retraso de la edad de matrimonio y la supresión de toda ayuda social a lxs desfavorecidxs.
De este modo, este personaje que aparece en los manuales de los libros de economía como un simpático padre de la economía liberal, fue el responsable intelectual de la abolición de las Leyes de Pobres en Inglaterra y, siglo y medio después, de las hambrunas forzadas en Bengala que causaron millones de muertos en las mismas fechas de las hambrunas en la Ucrania soviética, mucho más conocidas2.
Partiendo del mismo análisis estructural, lxs neomaltusianxs proponían en cambio la difusión de los anticonceptivos para reducir la población. Por otra parte analizaban que, además de permitir paliar las condiciones de vida de las clases subalternas al reducir el número de bocas a alimentar, el neomaltusianismo constituía un instrumento de lucha social ya que al reducirse la mano de obra disponible obligaría a los patrones a incrementar los salarios.
En el estado español, a este enfoque procreativo se añadió la oposición al militarismo y a la emigración, publicando testimonios de emigrantes arrepentidos y defendiendo que ambos procesos solo eran posibles con fuertes excedentes de población. Este enfoque sorprende situándose medio siglo antes de que Foucault teorizara sobre la biopolítica.
Trayectoria histórica
Volviendo a la difusión, Ferrer i Guardia y los otros anarquistas citados entraron en contacto en su exilio en París con la Liga Universal para la Regeneración Humana, la internacional neomaltusiana y divulgaron sus artículos y postulados en el estado español. En 1904 se fundaría la sección española de la Liga con sede en Barcelona y con un órgano, Salud y Fuerza, en el que se defendían los postulados neomaltusianos y se informaba sobre la utilización de los anticonceptivos.
La tirada de la revista alcanzaría los 4000 ejemplares en 1905, año en el que la sección española neomaltuusiana ya contaba con 31 agrupaciones concentradas en Catalunya y en menor medida en Asturies, Andalucía, Canarias, Galiza, Euskadi, Murcia o País Valenciá.
Los beneficios de las suscripciones de la revista, además de las donaciones, permitieron abrir en 1906 Barcelona un centro de planificación familiar en el que se efectuaban consultas gratuitas para prevenir embarazos. Un hito, si tenemos en cuenta que fue el segundo centro de estas características en Europa.
En el mismo año, Bulffi Quintana, el redactor de Salud y Fuerza, publicaría Huelga de Vientres, un folleto que defendía el neomaltusianismo como un complemento para la revolución social y explicaba el funcionamiento de varios anticonceptivos químicos. Este opúsculo alcanzaría una tirada extraordinaria de 134.000 ejemplares en 1911 y 240.000 en 1936.
La actividad neomaltusiana se prolongaría hasta la Primera Guerra Mundial en la que la represión y las dificultades económicas llevaron a la desaparición de Salud y Fuerza. En 1923, se abriría una nueva etapa en la difusión del neomaltusianismo con la fundación de la revista Generación Consciente, posteriormente llamada Estudios. Esta publicación abriría una visión conjunta al incorporar a la defensa de la maternidad consciente el naturismo, pretendiendo con ambos elementos regenerar la salud colectiva e individual de la población. Sus tiradas alcanzarían cifras notablemente superiores, situándose en torno a los setenta mil ejemplares, si bien esta publicación también se enviaba por Europa y América Latina.
Además debemos señalar en este período la existencia de otras revistas que difundieron el neomaltusianismo como la anarcoindividualista Iniciales o la revista Orto, fundada en 1931 y próxima a los postulados treintistas de Pestaña.
Por otra parte, la llegada de la II República supuso una mayor consolidación social e institucional de estas cuestiones. Así en 1931 la sección de sanidad de la CNT acordaría reclamar la educación sexual y la extensión de la maternidad consciente, unas demandas que aprobaría la CNT en su conjunto en el Congreso de Zaragoza en 1936. Por su parte, la revolución social de 1936 propiciaría que el anarquista Félix Martí Ibáñez, como responsable de sanidad en Catalunya, aprobase la primera ley de aborto en ese territorio, al mismo tiempo que Mujeres Libres abrían una escuela de maternidad consciente en la ciudad condal.
La dictadura franquista supondría un abrupto final para las publicaciones neomaltusianas y, con ellas, de la difusión de la anticoncepción que no empezaría a retomarse, de manera clandestina, hasta las últimas décadas del franquismo.
¿Un movimiento feminista?
Dadas las características de la anticoncepción y sus implicaciones de autonomía sexual para las mujeres, podríamos concluir automáticamente que estamos ante un movimiento feminista. De hecho, resultaban frecuentes las apelaciones de las publicaciones neomaltusianas a la población femenina en este sentido. También parece sustentar esta idea el hecho de formarse en algunas localidades secciones neomaltusianas femeninas y masculinas por separado, como en La Línea de la Concepción o en Sabadell.
Sin embargo, es destacable que de entre los articulistas en Salud y Fuerza la mayoría eran hombres y, las mujeres que participaban, eran exclusivamente extranjeras. Aunque no participase en esta revista es destacable la actividad a favor de la anticoncepción de Emma Goldman. Sin embargo, en esta etapa en el estado español solo destaca Antonia Maymón, que a través de sus clases como maestra participaba en la difusión del neomaltusianismo y la educación sexual.
En el siguiente período de 1923, cabe sumar la participación como articulista de la anarquista aragonesa Amparo Poch i Gascón. Pero en cualquier caso, cabe dudar de la caracterización feminista de este movimiento con una participación de las mujeres tan reducida.
Además, si analizamos los métodos anticonceptivos observamos que mientras no se recomendaba el uso del preservativo, se proponía una amplia gama de inyecciones químicas, calendarios, pesarios de metal, esponjas,… que deberían utilizar las mujeres con sus consecuentes efectos secundarios físicos: incomodidad, infecciones… No obstante, en la esterilización ocurría lo contrario, mientras se rechazaba la ligadura de trompas por lesiva se recomendaba la vasectomía masculina destacando su inocuidad y su carácter supuestamente reversible.
La importancia del neomaltusianismo libertario
Analizar qué repercusión estadística tuvo este movimiento es complicado, por no decir imposible. El neomaltusianismo español surge en un momento en el que la natalidad comienza a descender significativamente aproximándose a un modelo demográfico “moderno”; ahora bien, no tenemos medios para analizar qué parte de la población tuvo menos hijos influida por esta idea.
No obstante, el número de secciones que alcanzó en el territorio español y el de las tiradas de ejemplares implican la relevancia de esta práctica entre los anarquistas, en una etapa en la que la CNT era el sindicato de mayor afiliación. Además, el neomaltusianismo español serviría, a través de la emigración, como lanzadera para la difusión de esta teoría por América Latina.
Dicho esto, algunos anarquistas expresaron su resistencia a esta corriente. El más destacado fue Leopoldo Bonafulla, padre de Federica Montseny y redactor de La Revista Blanca, la publicación anarquista cultural de mayor relevancia en el tránsito de los siglos XIX al XX.
Sin embargo, podemos afirmar que neomaltusianismo español y anarquismo fueron movimientos dependientes. Y es que, mientras la mayoría de los anarquistas apoyaban la maternidad consciente, buena parte del movimiento obrero se mostraba reacio, como los socialistas que llegaron a expulsar a oradores neomaltusianos del Centro Obrero de Pontevedra3.
No será hasta la Segunda Republica cuando se incorporen figuras socialistas como la adolescente gallega Hildegart Rodríguez a la defensa de la procreación consciente. La extraordinaria y trágica vida de esta mujer y su madre serán llevadas, no sin cierto morbo, a la novela y más tarde al cine en Mi hija Hildegart4.
Por otra parte, estos vínculos tan fuertes entre el anarquismo y la educación sexual, discuten el tópico historiográfico del anarquismo como una expresión secular del milenarismo utópico que arraiga especialmente entre los campesinos por su analfabetismo. Autores como Gerald Brenan o el marxista Eric Hobsbawmn han subrayado los rasgos puritanos que beben del catolicismo en los que, sin embargo, no encaja la difusión del neomaltusianismo. Por el contrario, tal y como sostiene Benedict Anderson, el especial arraigo del anarquismo en estados católicos podría obedecer al enorme poder de la Iglesia en dichos territorios y a la actividad anticlerical libertaria5.
Asimismo, si los progresistas e incluso ciertos marxistas-leninistas reivindican la alfabetización y el acceso a la escuela pública que trajo consigo la II República, es justo reivindicar desde los parámetros libertarios esta forma de paliar las condiciones de vida de las clases subalternas mediante la anticoncepción, impidiendo el sufrimiento de futuras vidas al mismo tiempo que mejoraba los recursos económicos de las familias al reducir las bocas a alimentar y aumentaba la autonomía de las mujeres, en cuyos cuidados recaerían los nuevos individuos.
La difusión de este movimiento no estuvo exenta de dificultades tales como la oposición de los Comités de Defensa Social organizados por la Iglesia en Catalunya o el periplo penal que hubo de soportar Luis Bulffi i Quintana, constantemente sometido a multas, procesos judiciales y períodos en prisión acusado de “pornografía”.
Todo esto no nos debe llevar a una concepción mítica y anacrónica de la sexualidad en el anarquismo pues, tal y como señala Richard Cleminson, junto a la difusión de la anticoncepción en el anarquismo de este período nos encontramos con posturas dispares y decepcionantes sobre la eugenesia, la homosexualidad y la masturbación6.
1 Salvo lo indicado por las notas a pié de página, este artículo se basa en MASJUAN BRACONS, Eduard La ecología humana en el anarquismo ibérico: Urbanismo “orgánico” o ecológico, neomaltusianismo y naturismo social. Barcelona: Ed. Icaria, 2000.
2 https://es.wikipedia.org/wiki/Hambruna_de_1943_en_Bengala
3 FERNÁNDEZ, Elíseo e PEREIRA GONZÁLEZ, Dioniosio “Neomalthusianismo e movemento libertario na Galiza de anteguerra.” en DÍAZ-FIERROS VIQUEIRA, Francisco O darwinismo e Galicia. Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 2009
4 https://es.wikipedia.org/wiki/Mi_hija_Hildegart
5 ANDERSON, Benedict Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial Ed. Akal: Madrid: 2008. P 78.
6 CLEMINSON, Richard Anarquismo y sexualidad (España, 1900-1939). Cádiz: Ed. Universidad de Cádiz, 2008