Los niveles de paro en España son alarmantes desde hace años, los servicios públicos son saqueados, el capitalismo se recrudece, las instituciones burguesas son vaciadas del más mínimo barniz democrático… Y todo esto ocurre en medio de una pasividad sorprendente que se concreta en el apoyo electoral monolítico a partidos mafiosos y neoliberales.
Podemos refugiarnos en que la gente es pasiva y gilipollas. Pero esa explicación carece de soluciones. En sí, no es más que una excusa tranquilizadora para los críticos radicales que prefieren no mirar sus propias miserias. Lo cierto es que quizá los que realmente estemos limitados seamos nosotros, con una cultura militante más destructiva que constructiva, que malgasta esfuerzos y es dogmaticamente antiestratégica.
Esa cultura militante nos ha llevado de cabeza a un laberinto de difícil salida, en el que resulta imperativo empezar a tirar muros y trazar rutas de escape si queremos enfrentarnos a la tarea de cambiar la dura sociedad que nos espera. Me gustaría trazar aquí algunas coordenadas de dónde nos encontramos y cómo podemos empezar a andar.
Modelos y referentes
La hegemonía cultural de la derecha difunde modelos individualistas que se realizan con el consumo y el ascenso social. Necesitamos modelos culturales comunitarios, luchadores, comprometidos. Referentes políticos inspiradores, capaces de educar con el ejemplo.
Partimos de la desolación en la izquierda, con referentes de evasión, derrota, o radicalidad inoperante como los que vienen, por ejemplo, del rock y el punk. Escupir contra las miserias nos reafirma, pero no construye oposición alguna. Frente a la (políticamente) sobrevalorada Mr Robot, que difunde un mensaje antisistema pero inútil y sin futuro, encontramos ejemplos de líderes comunitarios inspiradores por ejemplo en Treme, la serie de David Simon sobre Nueva Orleans tras el Katrina. Un manual de acción social en un contexto complejo, en una sociedad con mil matices.
Mientras tanto, bien nos vendrían los gestos de algunos referentes de masas, aunque sean mínimos. El propio Nacho Vegas decía hace poco que la izquierda se beneficiaría de que Estopa se posicionase. El problema es que la izquierda ha sido tan crítica con todo aquel personaje público que mostrase un mínimo gesto progresista (acusándoles de hipócritas o vendidos o haciendo el juego a la burla desde los medios de derecha) que resulta mucho más fácil para cualquiera permanecer en la ambigüedad. Parte de la izquierda aún se niega a defender a personajes como Willy Toledo, con el que podemos tener importantes disensos, pero que merece nuestra defensa frente a los ataques reaccionarios recibidos en respuesta a su compromiso con diversas causas.
Necesitamos construir un ambiente menos nocivo y más solidario, capaz de construir nuevas lecturas en positivo entre lo que existe y en el que el surgimiento de referentes más comprometidos pueda tener lugar.
Comunicación
Necesitamos llegar a la gente explorando nuevas formas de comunicación, siempre desde el conocimiento de que el movimiento hace al medio y no a la inversa.
Por un lado, no basta con limitarnos al medio escrito. Si los malos cuentan con las televisiones tenemos que innovar. Impulsar a nuestros artistas. Trabajar estilos musicales poco explorados, de la rumba a la bachata, para lanzar mensajes de transformación. Generar más contenido audiovisual y de mejor calidad.
No sirve de nada mantener un periódico o un blog que se limita a la difusión cultural o a temáticas marginales. Hay que hablar del día a día de la gente y aportar propuestas y soluciones. ¿Cómo mejoro mis condiciones de vida y las de mi familia? ¿Cómo paramos los abusos del poder político y económico? ¿Cómo logro implicar a más gente?
Nuestros medios deben tener una visión más crítica y más ambiciosa de sí mismos. Deben tratar de establecerse como referentes, de tener una posición y un mensaje en las cuestiones de actualidad, de formar una cosmovisión de empoderamiento popular que sirva de contrapeso a los mensajes individualistas y reaccionarios del resto de medios.
Hay que difundir los ejemplos de organización popular (sindicarse o implicarse en los problemas del barrio) y comunicar como esta está presente y aporta soluciones en el día a día.
Estrategia
Más allá del trabajo social, hay que marcar objetivos políticos compartidos que permitan analizar nuestros avances.
Las organizaciones de militantes por el poder popular que han surgido en la península en los últimos meses (Embat, Apoyo Mutuo) son un espacio desde el que llevar adelante un programa conjunto de los movimientos sociales. Es necesario que estas organizaciones se establezcan y que sus militantes trabajen de manera activa en la construcción de un tejido popular fuerte y organizado.
El trabajo de estas organizaciones es ayudar al dinamismo de los movimientos sociales, con el objetivo de construir un pueblo fuerte que sirva como base de una sociedad democrática, basada en poner la gestión de los asuntos comunes en manos de los trabajadores y trabajadoras. Para ello todos sus militantes necesitarán un especial compromiso y ambición, una gran capacidad para saber leer cada momento, impulsar estrategias positivas, capacidad de crítica para analizar dichos resultados y solidaridad para realizarla de una manera constructiva. Además deberán servir como referentes y formadores de una nueva cultura militante basada en la solidaridad, el ánimo constructivo, la estrategia política y el impulso popular.