Cualquier parecido con el año pasado es casualidad o inercias. Se nos va otro año con muchas historias que contar, muchas experiencias, muchas cosas aprendidas y batallitas de todo tipo. Hace exactamente un año, escribí una metáfora de la rotonda el cual era a la vez un breve repaso a brocha gorda y reflexiones sobre cómo afrontar este 2016. Un año pasa rápido cuando echamos la vista atrás, y es momento también de hacer una valoración general de lo que hemos hecho y las expectativas que tuvimos. Comenzamos el año con una España sin gobierno, recordamos el atentado del ISIS en Bruselas y la militarización de la ciudad, la oleada de huelgas en Francia contra la reforma laboral este primavera-verano, las ZAD, la matanza de Orlando en un bar gay y en Xalapa, la temporada veraniega del trabajo precario, los incendios, el machismo en las Olimpiadas de este año, el referéndum por la paz en Colombia, el acoso policial al pueblo de Altsasu, la victoria de Donald Trump, los asesinatos de un embajador ruso y un miebro de la OTAN por investigar las fuentes de financiación del ISIS… y más acontecimientos de un mundo revuelto.
A pesar de que este año en España la política haya tenido su epicentro en las instituciones, en las calles no dejaron de haber movilizaciones. A pesar de todo, todavía queda pendiente reactivar un nuevo ciclo de luchas ya que el ciclo electoral ha tocado a su fin. Se puso sobre la mesa muchos puntos de vista acerca del sindicalismo revolucionario y la proyección que pueda tener sobre la actual coyuntura laboral, la Gestión Comunitaria como propuesta de modelo educativo es un gran avance de cara a plantear una ofensiva en el ámbito educativo en este país. No obstante, la amnistía social como salida en adelante para trabajar en el ámbito antirrepresivo no ha salido como se esperaba, ni la idea de la soberanía popular. Queda pues por consolidarse todas estas ideas y propuestas dentro de una línea estratégica enfocada al poder popular.
Vamos dejando atrás ya el seguir siendo la pescadilla que se muerde la cola o Homer Simpson incapaz de salir de la rotonda. Los tiempos han cambiado, la crisis para la clase trabajadora continuará en los próximos años y asistimos a la intensificación de conflictos armados. Sobre todo, hay que tener muy en cuenta la modernización de la ultraderecha, que utilizando un discurso obrerista y populista mezclado con el nacionalismo, están creciendo políticamente en casi todo el mundo occidental. Ante este contexto, las izquierdas que se declaren revolucionarias y más en concreto el anarquismo, tiene que saber leer los momentos y hacer política en el día a día de modo que devuelva la ilusión a la clase trabajadora, demostrando que la alternativa no la dará la derecha y que dicha alternativa pasa por la construcción del poder popular en aras de recuperar nuestra soberanía sobre todas las esferas de la vida: política, economía, sociedad y territorio. Una administración democrática, el control de la economía en manos de la clase trabajadora y los sindicatos, una sociedad basada en el apoyo mutuo, la libertad y la solidaridad, y un territorio soberano. Seguramente todo ello no llegará el año que viene, pero es un norte al que aspiramos como bases para un proyecto político revolucionario.
Para el año que viene, el activar un nuevo ciclo de movilizaciones y la consolidación de nuestras líneas políticas y estratégicas serán las claves para salir adelante, construyendo poder popular y un actor político libertario como interlocutor legítimo en la lucha de clases.
¡Feliz 2017 y que nada detenga nuestro avance!