El mes de Julio es un mes marcado por las vacaciones de verano, el sol en la playa, los baños en la piscina, las cervecitas en la terraza… todo parece relax y desconexión de esa rutina que nos atrapa el resto del año. Aunque no todos descansan: algunas personas trabajan sobretodo en verano con turnos agotadores, sin días de descanso y con sueldos de risa, mientras que otras personas no descansan en la tarea de buscar trabajo. Y es que estamos hablando de un mes un tanto peculiar…
En Julio aparecen los famosos amores de verano. Hay amores Disney, de una noche loca o de compromiso afectivo real. Brigitte Vasallo en una entrevista para Som Atents nos explica el peligro de substituir los vínculos afectivos profundos y comprometidos por relaciones débiles, frívolas o fluctuantes, que no hacen más que incrementar esa tendencia hacia el hiperconsumo de relaciones.
Julio es también un mes de cumpleaños, y es que se cumplen ya dos años de la entrada en vigor de la ley mordaza, esa legislación que da vía libre a los registros, a la brutalidad policial, a los desalojos y a los encarcelamientos, como es el caso de los jóvenes de Altsasu que tras ser procesados por una trifulca con dos guardias civiles se enfrentan a 62, 50 y doce años y medio de prisión.
De Julio también son típicas las fiestas, algunas de ellas mundialmente conocidas como los San Fermines. Este año, muchos medios de comunicación aplaudían el trabajo realizado para evitar las agresiones sexistas, pero tal y como explica Yolanda Domínguez, de nuevo se vuelve a cometer el error de responsabilizar a las mujeres de los abusos que sufren. Una vez más se mira a las consecuencias en vez de a las causas. Otra vez se pone el foco en impulsar que las mujeres denuncien, como si la cosa no fuera con los hombres…
Quizás Julio sea un buen mes para escribir, para dedicar tiempo a comprender las injusticias y dotarnos de argumentos para desmontar sus mentiras, agitar conciencias. Aunque como dice Alfon, puede que no escribamos nosotros, sino la necesidad de toda una generación. Quizás también sea un buen momento para hacer deporte. Alguien dijo que las bicicletas no son para el verano pero podría ser que en ciudades más humanas, ciudades más pensadas para las personas y no tanto para los coches o los autobuses de turistas, las bicicletas sí puedan ser para el verano y para el resto del año.
Por otra parte, resulta inevitable no comentar las grandes canciones del verano. Esas canciones que suenan hasta la saciedad en la radio y en cualquier garito, esas letras pegadizas con ese ritmo tan poco original… por suerte hay lugares donde los éxitos del verano son los cánticos y los gritos de protesta. En León por ejemplo, en el encierro en el hospital de El Bierzo y Laciana, se escucha alto y claro que la salud pública ni se privatiza ni se vende, se defiende. No podemos olvidar tampoco el sonido del eco de aquellos pasos, aquellos pasos que dio la clase trabajadora, convertida en sujeto político, cuando fue capaz de gestionar la producción y el control de la economía en aquel verano de la anarquía. El 19 de julio es día de homenajes, por la revolución del 36, la Revolución Sandinista en Honduras, 1979, y por la revolución de Rojava.
Para terminar de hablar del mes de Julio es necesario pensar a nivel internacional y es que resulta que Julio es un buen mes para reunirse. Las 19 potencias mundiales más la Unión Europea con los Jefes de Estado, presidentes de bancos centrales y ministros de financias, realizaron la conocida reunión del G20 en Hamburgo. Reunión a puerta cerrada para decidir cómo garantizar la continuidad del capitalismo. Fuera, en la calle, protestas, disturbios y manifestaciones para mostrar el rechazo al G20 y a este sistema asesino. En definitiva, una agitación social que recuerda a las manifestaciones del 2001 en contra de la cumbre del G8 en Génova donde asesinaron a Carlo Giuliani. La llama de las movilizaciones antiglobalización sigue viva junto con otras llamas de otras muchas luchas, así que el calor no sólo viene del verano, no se trata de algo del mes de Julio, porque tal y como decían en Hamburgo: Welcome to hell.