En el pequeño pueblo gaditano de Casas Viejas (actualmente conocido como Benalup-Casas Viejas) sucedió en el invierno de 1933 uno de los episodios más sangrientos y crueles de la Segunda República española previo a la Guerra Civil. Este doble artículo histórico pretende acercar aquellos hechos para poner en valor la memoria colectiva del pueblo en lucha contra el capitalismo en la historia contemporánea. En esta primera parte se analizará el contexto histórico en el que se enmarca la insurrección en este pequeño pueblo gaditano y los detalles de la brutal represión por parte de las fuerzas del orden público republicanas.
Los sucesos que tuvieron lugar entre el 10 y el 12 de enero de 1933 han pasado a la historia como la Masacre de Casas Viejas, que conmocionó por la crudeza de la represión contra los jornaleros gaditanos a toda la sociedad española, y abrió una enorme crisis política en el gobierno de Manuel Azaña, que perdió numerosos apoyos políticos y que conduciría meses después a la caída del gobierno republicano-socialista.
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Contexto histórico: República española
El 14 de abril de 1931 se había iniciado la Segunda República española, un régimen político único en Europa junto con la República alemana de Weimar, que ponían en práctica las recetas de la social-democracia incipiente en el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial. El gobierno republicano puso en marcha unas medidas que trataban de instaurar un proyecto político burgués pacificador con una tendencia reformista y progresista. Por un lado calmaban los conatos revolucionarios de la numerosa clase obrera organizada y concienciada, y por otro lado, frenaban los procesos autoritarios y reaccionarios militaristas y fascistas, pretendiendo un gobierno conciliador para las clases medias.
El anarquismo español, representado fundamentalmente por la CNT-FAI[i], en un principio encontró favorable el nuevo marco de libertades que ofrecía la República para desarrollar las actividades libertarias, frente a la destronada monarquía de Alfonso XIII o la Dictadura de Primo de Rivera. Sin embargo, los anarquistas pronto comienzan a desconfiar de la República de tendencia burguesa, que promete reformas legales que no alcanzan las expectativas previstas por el pueblo y perpetua las desigualdades arraigadas en la sociedad española. Un buen ejemplo de esto mismo es la Ley de Reforma Agraria, impulsada por el ministro Marcelino Domingo y promulgada en septiembre de 1932, que pronto comienza a decepcionar a miles de trabajadores del campo, ya que no se cumplen las promesas sobre el reparto equitativo de tierras debido al poder fáctico de los latifundistas propietarios.
A finales de 1932 el movimiento anarquista opta por la vía insurreccional, poniendo en práctica lo que el libertario catalán, Joan García Oliver, llamaba la «gimnasia revolucionaria». Se promovió el 8 de enero de 1933 una huelga general, pero esta insurrección generalizada no tuvo un seguimiento muy amplio. El Ejército y la Guardia Civil tomaron posiciones estratégicas en los lugares donde se preveían desórdenes y los dirigentes anarquistas fueron detenidos. Más allá de algunos choques con las fuerzas del orden y barricadas en Barcelona, y levantamientos en pueblos aragoneses, valencianos y andaluces, no se logra despertar una revolución social. De hecho, la misma CNT, que no había convocado la huelga, muestra su solidaridad con los insurrectos, responsabiliza al gobierno de las actuaciones represivas, pero reconoce que la emancipación del pueblo deberá de otorgarse una organización mejor coordinada y más amplia.
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Insurrección libertaria en Casasviejas
En la provincia de Cádiz hubo algunos comités anarquistas locales que protagonizaron levantamientos de campesinos, concretamente en la pequeña población de Casas Viejas, cercana a Medina Sidonia, la noche del 10 de enero y su inmediata madrugada, un grupo de campesinos afiliados a CNT iniciaron una insurrección en el pueblo. La mañana del 11 de enero rodearon el cuartel de la Guardia Civil, armados con escopetas y pistolas, donde se encontraban un sargento y tres guardias. Tras exigirles que se rindieran en nombre del comunismo libertario, se produjo un intercambio de disparos en el que el sargento y un guardia civil resultaron gravemente heridos, muriendo al día siguiente. Inmediatamente los anarquistas del municipio toman el ayuntamiento para deshacerse de los registros de propiedad de los latifundistas locales, además de comenzar a organizar la ocupación de las tierras para el pueblo.
Sin embargo, a media mañana de ese 11 de enero llegan noticias de la pronta llegada de un destacamento de doce guardias civiles al mando del sargento Anarte desde Medina Sidonia que liberara a los guardias civiles en el cuartel y tomaran el pueblo. En Jerez de la Frontera, una compañía de la Guardia de Asalto[ii] enviada por el gobierno republicano, y al mando del capitán Manuel Rojas[iii], fueron informados de que la línea telefónica en Casas Viejas había sido cortada. Un grupo de doce guardias de asalto y cuatro guardias civiles, al mando del teniente Gregorio Fernández Artal, se encaminaron a media tarde como refuerzo de los guardias civiles apostados ya en el pueblo. Temerosos de las represalias, muchos vecinos huyeron y otros se encerraron en sus casas, pero el recién llegado destacamento de guardias de asalto comenzó a detener a presuntos responsables del ataque al cuartel de la Guardia Civil, entre ellos Manuel Quijada, a quien supuestamente habían visto disparando a los guardias civiles. Después de golpes y torturas, dos vecinos acusaron a la familia de Francisco Cruz Gutiérrez, conocido en el pueblo como «Seisdedos», un carbonero de setenta y dos años, que frecuentaba con sus hijos y su yerno la sede del sindicato CNT en el pueblo.
El «Seisdedos» se había refugiado en su casa junto a su familia, una choza de barro y piedra con techo de paja. Viéndose acorralados y al intentar forzar la puerta las fuerzas del orden, los que se encontraban en el interior se defendieron disparando y un guardia de asalto cayó muerto. Esa misma noche, llegó al pueblo una unidad compuesta por cuarenta guardias de asalto, al mando del capitán Manuel Rojas, que había recibido la orden del Director de Seguridad en Madrid, Arturo Menéndez, para trasladarse desde Jerez y poner fin a la insurrección en el campo andaluz abriendo fuego «sin piedad contra todos los que dispararan contra las tropas».
El capitán Manuel Rojas, dio la orden de disparar cruelmente de madrugada hacia la choza donde se refugiaba la familia del «Seisdedos» y después la incendiaron. Además, dos de sus ocupantes huyendo del fuego fueron acribillados, y otras seis personas quedaron calcinadas en el interior de la choza, entre ellas el propio «Seisdedos», sus dos hijos, su yerno y su nuera. La única superviviente fue su nieta de dieciéis años, María Silva Cruz, conocida como «La Libertaria», que logró salvar la vida al salir de la choza con un niño en brazos antes del incendio. Esa madrugada el capitán Rojas envió un telegrama a Madrid anunciando que la insurrección había sido aplastada. Además, ordenó a tres patrullas que detuvieran a los militantes más destacados del pueblo y que dispararan ante quien se resistiera, a instancias de las informaciones aportadas por los caciques locales. Las doces personas detenidas fueron llevadas ante la choza calcinada y les mostraron al guardia de asalto muerto, a continuación el capitán Rojas ordenó el asesinato a sangre fría de inmediato de los que habían sido hechos prisioneros. A las pocas horas las fuerzas del orden público desplegadas abandonaron el pueblo, la masacre había finalizado con un saldo de diecinueve hombres, dos mujeres y un niño muertos.
Testimonio oral de la nieta superviviente de «Seisdedos», sobre los hechos que acaecieron aquella noche en el pueblo gaditano: «Cuando empezó el asedio yo estaba enfrente de la choza. Se me acercó un guardia civil para decirme que era una puta, que nosotros teníamos la culpa de todo y que me iba a reventar la tapa de los sesos… Después empezaron a gritar a quienes estaban en la cabaña. Les urgían a salir y a entregarse, aunque la puerta estaba abierta. Eran los guardias quienes no se atrevían a entrar por cobardes. Así que decidieron empezar a disparar y a prender fuego al techo de paja. Escuchábamos los alaridos de la gente y veíamos arder la choza. Se escuchaban terribles lamentos. También podía sentirse el olor a carne quemada. Había sangre por todas partes. ¡Qué horror!»
[i] CNT – Confederación Nacional del Trabajo, sindicato anarquista. FAI – Federación Anarquista Ibérica, organización revolucionaria.
[ii] Guardia de Asalto – Cuerpo policial español creado durante la Segunda República para el mantenimiento del orden público, asegurándose su fidelidad al régimen republicano.
[iii] Manuel Rojas – Este capitán de la Guardia de Asalto, fue protagonista posteriormente en la sublevación y represión Franquista en Andalucía.