“Nosotros ya lo hemos repetido: sin organización, libre o impuesta, no puede haber ninguna sociedad, ninguna organización consciente y deseada, no puede haber ni libertad, ni garantía que los intereses de aquellos que viven en sociedad sean respetados. Y quien no está organizado, quien no busca la cooperación de otros y no ofrece la suya, en condiciones de reciprocidad y de solidaridad, se coloca necesariamente en un estado de inferioridad y permanece como engranaje inconsciente en el mecanismo social que otros activan a su antojo en beneficio suyo.”
Errico Malatesta
La construcción de una organización es un proceso más o menos largo y a menudo lleno de obstáculos. Probablemente el principal obstáculo sea la tradicional tendencia anti-organizativa dentro del anarquismo. Hay muchas personas que sinceramente creen que el anarquismo tiene que oponerse a todas las formas de organización, puesto que todas serán burocráticas, autoritarias y se convertirán en fines en sí mismas. Esto es comprensible, viendo el camino de muchísimas organizaciones a lo largo de la historia. También hay mucha gente libertaria trabajando en organizaciones populares y movimientos sociales que no ve la necesidad de estar organizada más allá de su movimiento particular.
Pero no pretendemos organizar a todo el mundo que se diga anarquista. Sabemos que no es posible, puesto que el anarquismo se compone de una amplia variedad de corrientes. Hay tácticas y formas de trabajar que nos separan. Históricamente, hemos tenido presencia anarquista fuerte en Ucrania con la Makhnovtchina, en la Revolución Española, en la Revolución Mexicana, con el sindicalismo revolucionario, por no mencionar una infinidad de experiencias. En todos estos casos, que – al menos en teoría – son referencia para todas las anarquistas, detrás de cada movimiento revolucionario había organizaciones anarquistas con una acción política y social decidida. Se puede decir que en todos los casos en los que el anarquismo tuvo importancia había una fuerte inserción social.
Por lo tanto, para llegar a unas condiciones revolucionarias debemos construir primero las organizaciones revolucionarias. Necesitamos unas estructuras que puedan formar a la militancia, que puedan coordinar nuestra acción política y social y, sobre todo, unas estructuras capaces de formular un programa de actuación que sirva tanto de modelo de organización para toda la sociedad como de modelo de actuación para nuestra militancia. Todas estas cosas no se crean de un día para el otro. Hay que prepararlas desde ya mismo.
El anarquismo que defendemos se deriva de estos puntos previos, así como de los principios ideológicos y políticos y de la estrategia general expuesta a continuación.
Por consiguiente, las organizaciones que componen, y buscan, conformar una Coordinadora/Federación comparten los siguientes principios, estrategia y compromisos.
Principios políticos e ideológicos
Anarquismo político y social
Para nosotras el anarquismo es un sistema de ideas, motivaciones y aspiraciones que necesariamente tienen una conexión con la acción en el sentido de transformación social, es decir, con la práctica política. Apoyamos, por lo tanto, un anarquismo político. Al mismo tiempo el anarquismo tiene que estar en permanente contacto con los movimientos populares de nuestro tiempo y debe funcionar como herramienta de lucha y no como filosofía. Así que también apoyamos el anarquismo social. Se tienen que combinar ambos conceptos, el político y el social, que se determinan entre sí.
Sin embargo, el anarquismo no es solo una herramienta de clase, sino como el sistema de acción dónde aparece el germen de la abolición de clases. El anarquismo ha de ser el puente, la mediación entre la situación actual y la abolición de la sociedad de clases vía el comunismo libertario. De esta “hoja de ruta” se derivan unos medios, estrategias, políticas prefigurativas concretas, y un método para descubrir estos elementos en lo concreto.
Clasismo
Nuestro concepto de clase incluye todas las parcelas de personas explotadas, dominadas y oprimidas de nuestra sociedad. Nos dirigimos al conjunto de la clase trabajadora en su pluralidad.
El llamado sujeto revolucionario, para el anarquismo, siempre ha ido más allá de la simple referencia al proletariado urbano e industrial. Como consecuencia de ello, entendemos la lucha de clases como un enfrentamiento social fundamental, del cual derivan o se complementan las luchas contra otras dominaciones.
La clase obrera han pasado y pasarán por fases en las cuales su composición ha variado y variará sustancialmente. No obstante, se mantiene la contradicción fundamental respecto a la riqueza, la propiedad, la autosuficiencia o el control de la propia vida.
Feminismo e interseccionalidad
Defendemos modelos de organización donde quepan todas las personas en condiciones de igualdad. Teniendo en cuenta que vivimos en un sistema patriarcal, asumimos el feminismo como herramienta transversal para el análisis y la lucha. Trabajaremos por la reordenación social y cultural que coloca a los hombres por encima de las mujeres, también realizando un trabajo constante de autocrítica en nuestra Organización.
Nos posicionamos contra todo tipo de opresiones o discriminaciones en base a clase, etnia, creencias, género, etc. Todas estas luchas tendrían que confluir para evitar la parcialización del conflicto social y para crear sujetos amplios. Es lo que denominamos como interseccionalidad. El feminismo tiene que impregnar el análisis y las estrategias de todos los ámbitos de lucha. Porque si el patriarcado afecta todos los niveles de nuestra vida, la lucha contra él también tiene que estar a cada uno de estos espacios.
Confederalismo
Defendemos la libre federación de las personas y sus comunidades básicas o más complejas para la construcción de una sociedad libre e igualitaria. Se trata de construir una organización social basada en el libre acuerdo que vaya desde el ámbito local al comarcal hasta el conjunto de la humanidad.
El federalismo y el confederalismo (suma o proyección del federalismo) no se limitan únicamente a una mera descentralización administrativa. Tienen que preservar la libertad y la voluntad asociativa de individuos y comunidades.
Vemos el confederalismo como una forma de organización relacionada con la revolución, aunque estamos más preocupadas por el contenido social de la revolución que de su forma organizativa. Evidentemente, con esto no queremos decir que la revolución puede organizarse como sea mientras trabaje para abolir las clases, sino queremos decir que el confederalismo es una solución a los problemas organizativos de la revolución y que cumple con el incondicional principio radical democrático. Tanto la organización de la revolución como las condiciones de la clase trabajadora bajo la subsunción real del trabajo requieren su encuadramiento en una organización radical democrática (pensamos en los soviets, los comités de defensa de la CNT, los consejos, municipios y colectividades organizados en Aragón Catalunya durante la Guerra Civil, etc.), una organización que produzca tanto la revolución y sus acciones necesarias como las necesidades sociales y reproductivas de la clase trabajadora (la reunificación de la separación de nuestra clase y sus condiciones de existencia, así como la unidad de clase en tanto que clase para sí). Destacamos el carácter de clase de esta organización: idealmente no se organiza en base al territorio donde se asienta ni la nación donde está sometida, sino en base de las necesidades de clase que cumple.
[Autodeterminación *]
Ecologismo social
El desarrollismo productivista y el consumismo desatado nos abocan a una situación límite. La crisis ecológica es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos. Está provocada por el productivismo, el extractivismo, la contaminación desenfrenada, los modelos extensivos de monocultivo y ganadería, el turismo depredador, la expansión de las zonas urbanizadas, el transporte a gran escala y otros elementos del capitalismo. La devastadora crisis ecológica pone en riesgo la propia supervivencia del ser humano y de la vida natural de la Tierra.
Nos posicionamos a favor de un ecologismo social que vuelva a situar el ser humano en armonía con el entorno natural.
Estrategia, Táctica y Objetivo
Debemos analizar la realidad y trazar estrategias que nos acerquen a nuestras finalidades. Desde el debate profundo, la organización define una unidad estratégica y programática de acción. La organización crea una línea teórica e ideológica y determina y sigue con rigor los caminos definidos.
La revolución social y el socialismo libertario son objetivos finales a largo plazo. Trabajamos por construir un anarquismo revolucionario. Su construcción vendrá dada por procesos de poder popular. Es decir, procesos de lucha, autoorganización y de construcción de una nueva sociedad desde los movimientos sociales y populares y no al margen de ellos.
Especifismo
La organización específica anarquista es necesaria para incidir en la realidad y conseguir nuestros objetivos. La organización anarquista es diferente a la vanguardia autoritaria, al no considerarse superior a las organizaciones sociales. Por tanto, el plano político es complementario al social y viceversa, pero los dos están al mismo nivel.
En nuestra visión es necesaria la organización general de las anarquistas (no como organización identitaria de las anarquistas sino como organización revolucionaria), y como condición de la aparición de esta es necesario un trabajo de difusión de ideas y socialización de nuestras posiciones, de aquí la necesidad del funcionamiento de este órgano de difusión.
Ética y compromiso
La ética es un pilar fundamental de la organización anarquista y guía su práctica. En este sentido, asumimos que lo personal es político.
Buscamos una organización con miembros responsables, que no acepta la falta de compromiso y la irresponsabilidad. Asimismo, defendemos un modelo en el que la militancia es responsable de la organización, así como la organización es responsable de la militancia.
Estrategia general
La estrategia general hacia la liberación social que defendemos se basa en el Poder Popular, es decir, conseguir que el pueblo se empodere paulatinamente, a través de la construcción de instituciones propias de autogestión, de producción y reproducción, de la destrucción de las instituciones opresoras, etc. Esta es una lucha constante y de largo recorrido.
Nuestro papel en esta estrategia es trabajar dentro de los diferentes movimientos populares (sindicalismo, juventud, estudiantes, género, vecinal, defensa del territorio, etc.). Por tanto, trabajaremos por su organización, acumulación de fuerzas, extensión y aplicación de formas avanzadas de lucha, siempre con la intención finalista de llegar a la revolución social y el comunismo libertario.
Este proceso se compagina y coordina conjuntamente con la organización anarquista específica que, tiene que funcionar como catalizador o motor, puesto que actuará conjuntamente con los movimientos populares y proporcionará las condiciones de transformación.
Entendemos el Poder Popular como la generación de poder propio de nuestra clase. Es fundamental estimular las luchas actuales no por lo que son ahora mismo, sino por la generación de fuerzas militantes convencidas de su lucha, activas y en definitiva potentes. No entendemos la construcción del Poder Popular como el empoderamiento de las diferentes luchas que reafirman sus condiciones y luchan por la concesión como fin, si no como la capacidad de los movimientos de sociales dados en un escenario fragmentado de construir una única organización democrática con la capacidad de transformar la realidad social de forma totalizante y consciente. A fin de eso, cuando hablamos de confederalismo, consejos, soviets, comités… nos referimos a órganos de poder de clase. Es decir, la organización especifista favorece las posibilidades de existencia de la organización total de la clase trabajadora en sus órganos de poder.
Compromisos
1.- Apoyar la formación otros grupos y colectivos anarquistas sociales, con la intención de una posible confluencia en nuestro proceso.
2.- Trabajar para la aproximación, articulación práctica y la eventual unificación de estos grupos y organizaciones a nivel territorial.
3.- Trabajar, según las posibilidades reales, con diferentes niveles de la lucha revolucionaria anarquista: trabajo de propaganda, trabajo teórico y, lo más importante, trabajo social, en los frentes y las zonas elegidas.
4.- Construir una organización anarquista dotada de un proyecto político común, con un peso socio-político y presencia lo más amplio posible.
5. Crear una nueva cultura militante que permita superar los defectos de las formas actuales de participación política.
* queda aparcada para debatirla aparte de forma específica