Seis meses de genocidio en Gaza.

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En Gaza y Cisjordania se vive una agresión continuada desde el siglo pasado protagonizada por el sionismo israelí. Se ha intensificado en diversos episodios de conflicto, masacres, asesinatos, torturas, y humillaciones contra la población palestina que, de manera incrementada en el tiempo, han marcado una tendencia clara hacia el desplazamiento y la destrucción física del pueblo palestino, es decir, un genocidio. La resistencia popular es muy heterogénea tanto en la actualidad como en el pasado, y no se puede hablar de un único actor, ni una sola corriente ideológica en el seno de esta resistencia palestina. Lo que sí se puede afirmar es que esta enorme tensión y nivel de agresión insostenible ha desembocado en respuestas organizadas por entidades palestinas siempre en enorme desventaja respecto de la capacidad militar israelí, apoyado potencialmente por el imperialismo liderado por los Estados Unidos.

La grave profundidad criminal y geopolítica del genocidio palestino.

A pesar de la grandísima complejidad de un conflicto de décadas y no poder conocer profundamente los distintos sujetos implicados para tener una visión más directa, global y transparente, no nos exime que ante este genocidio no podríamos quedarnos impasibles ni equidistantes buscando ninguna clase de justificación en el pasado antisemita y las atrocidades de Europa contra el pueblo judío. Rechazamos estas tesis que grupos antifascistas de otros países han expuesto para no hacer un apoyo explícito al pueblo palestino que está sufriendo este genocidio actual. El ataque desarrollado el pasado 7 de octubre por algunas entidades de la resistencia palestina en Gaza, lideradas entre otras por Hamás, que fue la coartada de Israel para poner en marcha esta fase brutal de su proyecto de genocidio contra Palestina, no viene de la nada sino de esta escalada de agresiones anteriores que el sionismo viene realizando durante décadas. De la misma manera, nos resulta complicado comprender que a uno de los servicios de espionaje más avanzados del mundo como el Mossad les pillase por sorpresa un ataque de tales características por una guerrilla palestina como Hamás.

Denunciamos que Israel es una entidad imperialista apoyada por las grandes potencias mundiales para ejercer su brutal violencia contra la población civil en Gaza, que se encuentra completamente indefensa. Diversos países de Europa, los Estados Unidos e incluso América Latina en connivencia con ese sionismo israelí han reprimido duramente estos meses a organizaciones palestinas, manifestaciones civiles, acciones directas y toda clase de apoyo a Palestina. Han sido detenidos o agredidos cientos de solidarios en todo el mundo por mostrar su apoyo hacia el pueblo palestino, y algunas organizaciones políticas señaladas y amenazadas. Hemos comprobado cómo los mismos países imperialistas se veían cada vez más arrinconados a la hora de salvar la imagen de Israel, completamente deteriorada a nivel internacional entre las sociedades del mundo. Los grandes lobbies de comunicación han tenido que sacar a relucir sus armas mediáticas tergiversando de maneras completamente infames para tratar de frenar una ola insuperable de solidaridad palestina internacionalmente.

La extrema derecha sionista en Israel se ha fortalecido con puestos clave en el gobierno de concentración nacional encabezado por Benjamin Netanyahu. Esta extrema derecha está compuesta por religiosos sionistas y Kahanistas, cuya visión es recuperar Eretz Yisrael (“El Gran Israel” que incluye los territorios de Palestina y Jordania e incluso el Monte Sinaí). Ya lejos quedan aquellas primeras semanas en las que organizaciones anticapitalistas y revolucionarias debíamos aclarar que, por supuesto, no compartimos los valores políticos de Hamás, y que abogamos por la necesidad de una oposición palestina laica y de clase. Eso no nos impide el reconocimiento explícito del legítimo uso de la autodefensa por parte del pueblo palestino, reclamando además el cese más absoluto de cualquier tipo de apoyo institucional o militar por parte de Europa y los Estados Unidos a las políticas genocidas de Israel.

Un genocidio televisado en directo mundialmente, la infamia del silencio.

Hemos sabido estos meses que países como España han seguido vendiendo armas a Israel incluso después de iniciarse esta fase del genocidio en el otoño pasado. En nuestra posición como organizaciones anarquistas nos corresponde la denuncia pública de este apoyo logístico y armamentístico, siendo la primera línea de crítica a la hipocresía de un gobierno que siempre opta mediáticamente por la tibieza frente a un genocidio que no admite equidistancias. En el futuro este genocidio será juzgado en la historia, o al menos así esperamos y lucharemos por ello, y cada sujeto político en este genocidio tendrá que asumir responsabilidades. Pero no estamos en el futuro, sino en el presente, y la realidad es que sigue desarrollándose brutalmente este genocidio, y nos toca luchar por poner fin ahora y cuanto antes, de manera irrenunciable, a la violencia israelí en territorio ocupado.

El 29 de diciembre de 2023, Sudáfrica presentó una denuncia contra Israel por genocidio en Gaza ante la Corte Internacional de Justicia, es decir, el tribunal de la ONU encargado de dirimir violencias entre Estados. Su dictamen fue insuficiente, porque a finales de enero en La Haya no se exigió un alto el fuego incondicional, pero se exigía a Israel que adoptase las medidas cautelares a su alcance para demostrar que no tiene intención genocida, evitando muertes indiscriminadas de civiles, respetando plenamente el derecho internacional, facilitando la ayuda humanitaria y garantizando el desarrollo de inspecciones internacionales sobre el terreno. Hasta ahora nunca Israel se había tenido que enfrentar a una investigación como perpetrador de un crimen de genocidio, que fue definido precisamente tomando como referencia el holocausto a la población judía en los años de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

Ni siquiera ha sido respetada la resolución de alto el fuego durante el mes de Ramadán que se aprobó a finales de marzo en el Consejo de Seguridad de la ONU con catorce votos a favor y, por primera vez, la abstención de los Estados Unidos; donde se hacía hincapié en la necesidad de permitir que llegue una amplia ayuda a la población gazatí que está sufriendo un hambre extrema debido al asedio sionista y la destrucción del territorio ocupado. Las respuestas de Israel ante estas medidas fueron nuevas masacres, atacando el Consulado iraní en Damasco, Siria; o el ataque con misiles a siete trabajadores humanitarios de una ONG asesinados por Israel que ha encontrado el repudio incluso de la comunidad internacional. El lavado de cara del sionismo cada vez le resulta más incómodo al imperialismo global, y esto no solo se debe a la brutalidad de las masacres israelíes, sino también a las movilizaciones continuadas, masivas y sostenidas internacionalmente por las sociedades de todo el mundo.

Sin embargo, se ha comprobado en estos meses que la simple defensa de los Derechos Humanos como esperanza para poner fin al genocidio se queda demasiado corta como estrategia; la ONU y la Corte Internacional de Justicia representan mayoritariamente intereses de países occidentales y un marco liberal ineficiente. Se deben restablecer vías estratégicas en torno a la emancipación completa de Palestina como pueblo, y cuestionar todo el aparato industrial-armamentístico israelí que está detrás de esta limpieza étnica, desarmando vías bienintencionadas pero que dirigen completamente hacia un callejón sin salida.

La solidaridad de clase internacional con los oprimidos como telón de fondo.

El genocidio en Palestina está siendo la gran brecha de la humanidad en este siglo XXI, está configurando un claro posicionamiento dicotómico que responde a una conciencia de clase; y es que las clases privilegiadas se han posicionado junto al sionismo israelí, mientras que las clases oprimidas atendiendo a una solidaridad de clase, están enarbolando un apoyo incondicional al pueblo palestino. Sin embargo, no son suficientes aún las medidas tomadas, sigue perpetrándose este genocidio. Algunos sectores de la sociedad muchas veces se han preguntado cómo fue posible un genocidio contra el pueblo judío en el pasado siglo, cómo se permitió y por qué hubo personas que se mantuvieron silenciosas, estableciéndose una distancia respecto del pasado, porque a día de hoy con el genocidio al pueblo palestino demasiadas personas se mantienen silenciosas y la izquierda institucional no se ha posicionado, y otras organizaciones no están queriendo ser claros y cerrar filas contundentemente. Un camino a explorar, dada la situación de urgencia impostergable podría pasar por organizar una huelga internacional por el pueblo palestino, se necesita una movilización global coordinada por todas las sociedades al tiempo y en todas las latitudes.

La única solución posible actualmente es un alto el fuego incondicional, y establecer una serie de medidas efectivas contra Israel, devolver la soberanía al pueblo palestino y promover una organización social en su seno que ayude a reconstruir una sociedad que estará determinada por generaciones por la violencia causada por este genocidio. Que de las cenizas en un futuro no surjan nuevos genocidios, sino procesos emancipadores con la suficiente fuerza social que superen toda opresión de clase o religiosa.

Seis meses de genocidio en cifras…

Por último, queremos resumir en impactantes cifras los 180 días de genocidio por el Estado sionista de Israel, creemos que los datos en bruto reflejan la crudeza de lo vivido en Gaza, y fomentan una profundización de la toma de conciencia internacional.


2.848 masacres cometidas por el ejército israelí de ocupación.
39.226 entre asesinados y desaparecidos.
32.226 asesinados que llegaron a los hospitales.
14.280 niños asesinados.
27 niños muertos por hambre.
9.340 mujeres asesinadas.
364 asesinados del personal médico.
136 periodistas asesinados.
7.000 desaparecidos, el 73% de los cuales son niños y mujeres.
74.889 heridos.
11.000 heridos necesitan ser trasladados a otros países para recibir tratamiento
17.000 niños viven sin sus padres o uno de ellos.
700.000 pacientes con enfermedades infecciosas.
8.000 casos de infección por hepatitis viral.
60.000 mujeres embarazadas en riesgo.
350.000 pacientes con enfermedades crónicas sin control y tratamiento adecuado.
269 secuestrados del personal de salud.
12 periodistas secuestrados.
2 millones de desplazados.
100 escuelas y universidades quedaron completamente destruidas.
305 escuelas y universidades parcialmente destruidas.
224 mezquitas completamente destruidas.
3 Iglesias atacadas y destruidas.
70.000 viviendas quedaron completamente destruidas.
290.000 viviendas parcialmente destruidas.
70.000 toneladas de explosivos arrojados por Israel.
32 hospitales fuera de servicio.
53 centros de salud fuera de servicio.
155 instituciones de salud fueron parcialmente atacadas.
126 ambulancias destruidas.
200 sitios arqueológicos y patrimoniales destruidos.

Con estas cifras concluimos que no es una guerra, es un genocidio, y está pasando aquí y ahora en el siglo XXI. Debemos pararlo como sea, si queremos demostrar que nos queda algo rescatable como humanidad. Nosotras creemos que sí, porque siempre llevaremos la semilla de un mundo nuevo en nuestros corazones.

Ángel, militante de Liza.

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